La
doble función que la Ley Universitaria
de 1885 dió a la enseñanza
llamada "secundaria" (ampliación
de la enseñanza primaria y preparación
para los estudios superiores) le crearía
serias dificultades para su eficaz cumplimiento:
unos reclamaban mejor preparación
para los estudios superiores - que conducirían
al codiciado título de "doctor"-
y otros que la enseñanza brindase
una "cultura general" no especializada
ni utilitaria, que formase para una
vida social integral, para las responsabilidades
ciudadanas o familiares.
En
los hechos, puede decirse que nunca
se logró que esta rama de la
enseñanza cumpliera adecuadamente
ninguno de sus objetivos: la Universidad
siempre encontró que la capacitación
previa de los jóvenes no era
adecuada: los médicos reclamaban
más ciencias naturales, los ingenieros
más matemáticas, etc.
y por otro lado, la supuesta "cultura
general" no funcionó tampoco,
quizás porque constituía
un mero repertorio de conocimientos
variados y dispersos (historia, geografía,
biología, matemáticas,
idiomas, literatura, música,
dibujo, etc.etc.) que apuntaban fundamentalmente
al ejercicio intelectual,
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